Somos generadoras de ventajas
AutoguíaPor: Tanguyu
Hay personas que me ven como una fuente de inspiración y creen que todo ha sido muy sencillo, quizás porque muestro el lado amable y estructurado de mi vida. Esa imagen, que con esfuerzo he construido, refleja mi trabajo constante; pero no siempre fue así.
Si les contara que, durante mucho tiempo, fui una mujer violentada, que tenía que cuidar cada cosa que compraba en el supermercado, decidir qué podía o no publicar en Facebook e incluso evitar frecuentar a mis amigas de la universidad por haber sido señaladas con una “fama indigna” (por decirlo suavemente), entenderían que mi camino no ha sido fácil. Viví mucha descalificación; se me tachó de floja (y de cosas peores). Un día, de la noche a la mañana, me quedé sin nada. Yo, sin saberlo, estaba a punto de recuperarlo todo de mí.
Vivía en una casa hermosa y elegante de cuatro pisos. No puedo negar que, económicamente, disfrutaba de ciertos privilegios, aunque controlados; tenía recursos, pero no podía decidir libremente en qué gastar. Contaba con asistentes y, en ese entorno, me sentía la mamá y esposa más entregada y privilegiada de toda la comarca. Era un constante escenario social donde muchas competíamos desde la trinchera de ser la mejor madre, esposa y anfitriona.
De un momento a otro, perdí la estabilidad económica que sustentaba ese nivel de vida, que por supuesto también alcanzaba a mis hijos. Y yo, que no sabía trabajar, me encontré en un abismo de incertidumbre. Fue entonces cuando comenzó uno de los procesos más complicados de mi vida, que ha durado casi seis años y que aún continúa mientras sigo generándome ventajas.
Hoy, que estoy en una posición distinta, esto no me hace necesariamente una mujer que inspira, pero sí alguien que abre caminos para muchas más. Si estás pasando por una situación complicada, hoy te puedo acompañar desde otro lugar.
Estos fueron los pasos que seguí para salir adelante:
- Autoconocimiento: Comencé por reconocer mis fortalezas y debilidades. Fue clave entender quién era y qué quería lograr.
- Capacitación: Busqué cursos, talleres y herramientas que me permitieran desarrollar nuevas habilidades y enfrentar los retos laborales.
- Persistencia: Aprendí que el “cómo sí” es fundamental. Cada caída me enseñó algo valioso y decidí no rendirme.
- Adaptación: Acepté que mi realidad había cambiado y busqué formas de integrarme a un entorno diferente.
- Red de apoyo: Entendí que no tenía que hacerlo todo sola. Rodearme de otras mujeres y construir nuevos lazos fue vital para encontrar impulso.
En este mes en que conmemoramos el Día de la Mujer, te invito a ser consciente de que puedes generarte ventajas desde donde estás. Muchas veces estamos inmersas en una lucha constante y generacional por destacar o ser mejores. Hoy te digo que los géneros no son el uno sin el otro; lo que sí podemos hacer es, desde nuestra trinchera, construir ventajas para nosotras mientras abrimos posibilidades para las demás.
¿Has pensado en qué ventajas te ha dejado tu mamá, alguna maestra, vecina o mujer cercana? El avance puede parecer lento, pero cada pequeña ventaja que conseguimos es un paso más hacia ese ideal de igualdad de género. No existe ventaja si no la reconocemos.
Hagamos conciencia de que hemos hecho las cosas de forma distinta y obtenido resultados que nuestras ancestras no hubieran imaginado. Sigamos uniendo esfuerzos y reconociendo nuestras ventajas.
Hazlo posible y llega hasta donde solo tú puedes.