Angie Palacios
Mujer emprendedoraLa historia de una mujer que convirtió los obstáculos en inspiración y los detalles en experiencias inolvidables.
A veces la vida te lleva por caminos que no imaginaste. Lo importante es atreverse a recorrerlos. Eso es justo lo que hizo Angie Palacios, fundadora de Indivar, la marca chiapaneca de coctelería que ha conquistado corazones queretanos—y los paladares— de cientos de personas.
Originaria de Chiapas, Angie siempre ha tenido una energía creativa inagotable. Se define como espontánea, leal, amorosa y, sobre todo, perseverante. Y su historia lo confirma.
Cuando terminó sus estudios en Diseño de Imagen y Relaciones Públicas, su mamá le preguntó a qué quería dedicarse. La respuesta llegó casi sin pensarlo: “Voy a hacer mesas de dulces”. Como en un episodio de Shark Tank, le presentó el proyecto a su mamá, quien no dudó en apoyarla. Así empezó su aventura emprendedora.
Con el tiempo, su verdadera pasión emergió: la mixología. El carrito de shots que compró como complemento terminó robándose el show en los eventos. “Era lo que realmente me apasionaba y lo que más disfrutaba”, cuenta. Así nació el corazón de lo que hoy es Indivar.
El nombre de su marca no es casual: Indivar significa flor de loto, un nombre masculino que simboliza resiliencia y belleza que surge incluso en medio de la adversidad. “Me encantó su significado, me identifiqué mucho con esa fuerza de renacer una y otra vez”, comparte Angie.
Pero el camino no fue fácil. La pandemia llegó justo cuando había firmado seis contratos. En cuestión de semanas, todos se cayeron. “Me acabé mis ahorros pagando las tarjetas. Fueron ocho meses sin un solo evento”, recuerda. Y cuando finalmente se reactivaron las fiestas, el negocio tuvo que volver a tomar fuerza.
A ese desafío se sumó otro: mudarse a Querétaro por amor. Conoció a su esposo Eduardo en 2020 y juntos decidieron construir su vida en esta ciudad. “No conocía a nadie, no sabía dónde comprar nada”, dice. Así que con paciencia y mucho trabajo, comenzó a abrirse paso en un nuevo mercado, construyendo alianzas y ganándose poco a poco la confianza de sus clientes.
El punto de inflexión llegó cuando conoció a la comunidad Rosella, que le abrió nuevas puertas y amistades. Desde entonces, Indivar ha crecido con fuerza, siempre manteniendo su esencia: atención cercana, productos de calidad y un detalle que la hace única: la mixología con Pox.
El Pox —licor tradicional chiapaneco cuyo significado es medicina— es el sello personal que Angie ha incorporado con orgullo en su propuesta. Lo que comenzó como un trago especial para abrir cada evento, hoy se ha convertido en todo un proyecto propio: Amada Pox, su propia marca de botellas de este licor ancestral, que rinde homenaje a su mamá, Amada, y a sus raíces chiapanecas.
“No quería solo servir el Pox en los eventos, quería darle un lugar propio, hacerlo visible, contar su historia”, explica. Hoy, Amada Pox ya cuenta con sus propias botellas, que Angie ofrece en eventos y a quienes desean llevarse un pedacito de su tierra en cada sorbo. “Me encanta ver cómo conecta con la gente. No es solo un trago, es una parte viva de nuestra cultura que quiero seguir compartiendo.”
Hoy, Indivar no es solo un carrito de shots: es un concepto completo que transforma cualquier celebración en una experiencia memorable. Ofrece barras de mixología creativa, carritos de shots y happenings temáticos, con mixología adaptada a cada tipo de evento. Cada propuesta se diseña con detalle para que la experiencia sea única y totalmente personalizada. “Lo que más me emociona es cuando los clientes regresan y notan los detalles nuevos. Eso me confirma que todo el esfuerzo vale la pena.”
Además, Angie ha lanzado un nuevo proyecto: Velvet Eventos, especializado en decoraciones para eventos íntimos. Su idea es ofrecer experiencias personalizadas y memorables, cuidando cada elemento con el mismo cariño que ha puesto siempre en su marca.
Pero detrás de esta historia también hay una red de amor. Angie agradece profundamente a su familia en Chiapas, que sigue operando Indivar allá, y a su mamá Amada, su hermana y su sobrino, que la apoyan incondicionalmente.
Y a su esposo Eduardo, quien ha sido un pilar fundamental en su camino:
“Yo disfruto verla feliz con su proyecto”, comparte. “A veces los días son muy pesados, hay momentos de cansancio y dudas, pero siempre le recuerdo que no estamos en el mismo lugar que hace un año o dos. El avance es real. Y aquí estoy para acompañarla, para ser su soporte y para que nunca se rinda.”
Sin ese respaldo incondicional, este sueño no sería posible.
Angie lo resume mejor que nadie:
“Todo se puede lograr siendo perseverante. El camino no es fácil, pero si confías en ti y en lo que amas, cada meta es alcanzable.”
Y en cada copa, en cada brindis, en cada sonrisa… Indivar lo demuestra.