Identidad o máscaras
Autoguía“No hay fuerza más poderosa que la necesidad de ser coherentes con lo que pensamos de nosotros mismos.” — Tony Robbins
¿Quién soy? A esta pregunta solemos responder con nuestro nombre. Pero, ¿acaso define nuestra identidad un nombre que no tuvimos ni siquiera la posibilidad de elegir? A menudo añadimos algunos datos biográficos o nuestra profesión: “Soy médico, nacido en México, especialista en cirugía, autor de cinco libros.” O incluimos elementos de nuestra conducta o nuestros hábitos: “Soy aventurero, soy tímida, soy abstemio, soy vegana.” O de nuestras creencias: “Soy cristiano, soy de izquierdas, soy animalista.” Creemos que de esta manera estamos definiendo nuestra identidad única como personas. ¿Pero estamos seguros de ello?
Es paradójico que, en su origen (griego), la palabra “persona” signifique “máscara”, haciendo alusión a la que usaba un personaje teatral concreto dentro de una obra para expresar un sentimiento de tristeza, alegría, etc., mediante la mueca representada en la máscara. ¿Son entonces todos esos datos y elementos de nuestra personalidad que usamos al definir nuestra identidad como personas más “máscaras” que otra cosa? ¿Cómo podemos llegar a nuestra esencia? ¿Y qué papel tienen mis recuerdos, mis experiencias, mis proyectos o mis deseos? Pues mucho, porque la identidad es un fenómeno subjetivo con un fuerte componente emocional, por lo que también somos lo que creemos que somos. Sin olvidar que nuestra identidad no es sólo “nuestra”, sino que se desarrolla en interacción con otros y es una definición socialmente construida del ser. En última instancia, la identidad es la conciencia de lo que soy. Por lo que, cuanto más alto sea el nivel de conciencia que alcance, más me reconoceré e identificaré conmigo mismo.
Melissa Martínez
Coach