Paciencia es un lenguaje de amor, en este caso de amor propio.

Paciencia es una palabra que me gusta mucho. Como una persona naturalmente curiosa, observadora y preguntona, el que alguien me tuviera paciencia siempre fue algo que interpreté como sinónimo de amor. 

Vivimos en un mundo cada vez más rápido, donde todo es para ayer y lo de ayer hoy ya no importa; donde todo (o casi todo) lo tenemos a un click de distancia y si no es así, creemos que no valdrá la pena invertirle nuestro tiempo. Para hacer muchas de las cosas que he querido hacer, he tenido que cambiar quién estoy siendo. ¿Y a qué me refiero con esto?

Los libros, cursos, talleres, Ted Talks, podcast, etc. son un arma de doble filo. Alguien te dice cómo tener paciencia, lo intentas y el subidón te dura un suspiro, hasta que llega el momento de querer tener cualquier resultado en tus manos. Y ahí está el trancazo de realidad… Buscamos respuestas en todas partes menos en el lugar donde vamos a encontrar las correctas. Muchos libros, información en la palma de tu mano, conversaciones, y la realidad es que ninguna fuente te va a dar lo que el silencio contigo mismo te va a revelar.

Y aquí está la cuestión, saber la teoría no es aplicarla. Aunque la información sea simple y valiosa, no siempre estamos listos para aplicarla y cambiar nuestra programación.

Entendemos en general a la paciencia, como la cualidad de aprender a esperar a alguien o algo, sin molestarse durante la espera. Y en realidad, la paciencia es un término que es sinónimo de fortaleza y de perseverancia, de seguir adelante y esperar, (aunque el escenario actual no me guste) pero siempre actuando o accionando para conseguir un objetivo; en donde la grandeza, no reside en ser fuerte, sino en usar correctamente esa fortaleza.

Aquí está la verdad simple: Siempre eliges tu mentalidad. 

No importa qué más esté sucediendo o cuán fuera de control se siente todo. Tu mentalidad siempre depende de ti, la paciencia vive dentro de tu mentalidad y la mentalidad lo es TODO. 

Es tu elección. Puedes elegir fijarte en lo negativo, desesperarte, frustrante, enojarte, pero eso no te ayudará a alcanzar tus objetivos. De hecho, aumentará la probabilidad de que no los logres. En lugar de eso, reconoce tus pensamientos desempoderadores e inmediatamente, sin dudar, re direcciona tus pensamientos negativos a los que son más positivos, a los que te apoyan en avanzar.

Hay que saber identificar cómo se siente la información dentro de nosotros y quedarnos con las partes que nos emocionen. 

No busques grandes respuestas y te desesperes cuando fallas en aplicarlas todas al mismo tiempo; aplica las que te resuenan, las que regresan a tu mente. Dales oportunidad de materializarse en tu vida para que puedas ver por qué siguen buscándote. Y tente paciencia cuando hagas lo contrario a lo que ‘’sabes’’ que es lo correcto en papel. La experiencia es mejor maestra que cualquier libro, y hay cosas que tendrás que experimentar en carne propia. Esto no quiere decir que hayas fallado por no aplicar lo que sabías que era lo correcto. Tal vez lo correcto para ti, era equivocarte, para reajustar y aprenderlo de verdad.

Tu vida se está comunicando contigo todo el tiempo y por más que sepas con la cabeza, hay que aplicar la inteligencia interior. Las cosas que son para ti se sienten bien, te dan paz aunque sean difíciles, te hacen sentir más tú, te dejan descansar por las noches.

Todo es poner a prueba lo que aprendes para ver qué se debe quedar contigo. Ten paciencia. La manera más rápida de llegar es ir poco a poco. Avanzar es avanzar sin importar el tamaño. Acuérdate que la paciencia es un lenguaje de amor, en este caso de amor propio. No hay prisa cuando ya estás en camino.

La paciencia no es una virtud, ni “algo” que sólo algunos tienen; la paciencia es una habilidad que puedes desarrollar… Practicándola.

Si tienes alguna duda o pregunta, escríbeme. 

Me dará mucho gusto saludarte y me compartas qué tal te va con esta práctica. 

Abrazos, Elba.