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Nido Cocina Brava: el fuego que alimenta recuerdos

Lifestyle, Viajes y cultura
Lectura: 2 minutos

En Querétaro, entre las múltiples propuestas gastronómicas que buscan abrirse paso, Nido Cocina Brava ha logrado capturar la atención de quienes no solo buscan comer bien, sino vivir una experiencia que trasciende el paladar. La clave: un concepto que combina técnicas de cocción tradicionales, ingredientes locales y un profundo respeto por la memoria afectiva de la comida.

El origen de un concepto “a la brava”

Detrás de este proyecto está Juan Carlos Moreno, director creativo y operativo, quien reconoce que la chispa nació al experimentar con brasas, leña y carbón durante las primeras pruebas de menú. “Cuando la brasa se desata, hay que meter los productos a la brava, sin miedo. De ahí viene nuestra esencia”, recuerda.

El nombre Nido tampoco es casual: representa un lugar seguro, acogedor, donde siempre se puede volver. Así, el restaurante se ha convertido en un espacio donde las brasas no solo cocinan, también cuentan historias.

Comer es recordar

En Nido, cada platillo busca despertar memorias. No es extraño que los comensales se conmuevan al probar sabores que remiten a su infancia o a una comida familiar. “Hace poco un cliente nos dijo que hacía años no probaba un guiso como el que su mamá le preparaba. Salió con lágrimas en los ojos, y para nosotros fue la confirmación de que vamos por el camino correcto: alimentar recuerdos”, comparte Moreno.

Cocina local, productos frescos

Uno de los pilares del proyecto es la cercanía con los productores locales. Los quesos provienen de Querétaro, el maíz se transforma en tortillas hechas a mano cada día, y las carnes se seleccionan bajo un criterio claro: frescura y naturalidad. “No trabajamos con productos procesados ni congelados. Queremos que el comensal sienta la diferencia desde el primer bocado”, enfatiza.

Incluso los ostiones, que llegan desde Sinaloa cada viernes, se sirven únicamente durante el fin de semana para asegurar su mejor momento.

Imperdibles en la mesa

Si bien el chamorro cocinado durante doce horas en su propio jugo es el consentido de muchos, Juan Carlos tiene su lista personal de favoritos: las croquetas de pulpo, la hamburguesa de Wagyū  con papas al parmesano y aceite especial, y como cierre dulce, el milhojas de brownie. Para acompañar, recomienda probar la refrescante limonada de matcha, una creación de la casa.

Un lugar con alma

En apenas tres meses, Nido ha demostrado ser más que un restaurante. Con áreas diseñadas para familias, parejas, grupos de amigos y hasta mascotas, la experiencia se adapta a cada visitante. Cuentan incluso con servicio de niñeras para quienes llegan con hijos pequeños.

La atmósfera interna también se cuida con detalle: “Desde la entrada hasta la barra, todos forman parte de la esencia de Nido. Los motivamos para que vengan a trabajar con pasión, no solo por necesidad”, afirma Moreno.

Querétaro como potencia gastronómica

La visión de Nido es ambiciosa: que Querétaro se consolide como destino gastronómico de nivel nacional. “No queremos que solo piensen en Ciudad de México, Monterrey o Guadalajara cuando buscan una gran propuesta culinaria. Querétaro también puede y debe estar en ese mapa”, sostiene.

La invitación

Para quienes aún no conocen el lugar, Moreno lanza un mensaje claro:

“Vengan a vivir una experiencia distinta. Aquí encontrarán un espacio acogedor, lleno de detalles y con un menú que refleja nuestro amor por la cocina. Queremos que cada visita se convierta en un recuerdo inolvidable”.

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Por: Rosella Magazine