Reconciliarnos con Nosotras Mismas: El Viaje de Aceptarnos en Todas Nuestras Versiones

Nos pasamos la vida avanzando, tratando de construir un futuro mejor, buscando respuestas y evolucionando. Nos exigimos ser más fuertes, más sabias, más exitosas. Pero, ¿cuántas veces nos detenemos a ver lo lejos que hemos llegado? ¿Cuántas veces nos miramos con la misma ternura con la que miraríamos a alguien que amamos?

A lo largo de los años, vamos dejando partes de nosotras en cada etapa vivida. La niña que soñaba con ser invencible, la adolescente que dudaba de su valor, la joven que cometió errores intentando encontrar su lugar en el mundo. Todas esas versiones siguen en nosotras, esperando que las volvamos a mirar con compasión en lugar de juicio.

La Culpa de No Haber Sabido Antes lo Que Sabemos Hoy

Es fácil caer en el juego del “si hubiera hecho esto diferente”, “si no hubiera tomado esa decisión”, “si hubiera sido más fuerte”. La culpa pesa, nos ancla a un pasado que ya no podemos cambiar. Pero lo que rara vez nos decimos es que, en ese momento, hicimos lo mejor que pudimos con lo que sabíamos y con lo que sentíamos.

¿No es injusto mirarnos con los ojos de hoy y juzgar a la persona que fuimos sin reconocer lo que no sabíamos en ese entonces? Nos exigimos demasiado, olvidando que el crecimiento no es inmediato, sino un proceso lleno de tropiezos, aprendizajes y segundas oportunidades.

Perdonarnos: Un Acto de Amor Propio

A veces, perdonar a los demás es más fácil que perdonarnos a nosotras mismas. Nos castigamos por no haber sido “más listas”, “más fuertes”, “más conscientes”. Pero el perdón no significa justificar los errores, sino liberarnos de la carga de seguir castigándonos por ellos.

Perdonarse es entender que hemos evolucionado, que la mujer que somos hoy no existiría sin la mujer que fuimos antes. Cada error, cada caída, cada mala decisión formó parte del proceso que nos trajo hasta aquí.

El Presente: Un Espacio Para Reconciliarnos

Si hay algo poderoso en el crecimiento es la capacidad de reconciliarnos con nuestra historia. No para cambiarla, sino para aceptarla.

Tal vez no somos la misma de hace cinco o diez años, pero eso no significa que hayamos perdido algo en el camino. Al contrario, hemos ganado experiencias, perspectiva, sabiduría. Nos hemos convertido en alguien que entiende mejor sus emociones, que ha aprendido a poner límites, que sabe lo que merece.

El presente es el único lugar donde realmente podemos vivir. Y aunque a veces la sombra del pasado nos persiga, siempre podemos elegir mirar hacia adelante con amor y no con culpa.

Amarnos en Todas Nuestras Versiones

No somos perfectas, y nunca lo seremos. Pero eso no nos hace menos valiosas. La mujer que fuimos merece respeto. La mujer que somos hoy merece amor. Y la mujer que seremos en el futuro merece confianza.

La verdadera transformación comienza cuando dejamos de exigirnos ser otra persona y aprendemos a abrazarnos en todas nuestras versiones.

Este artículo fue inspirado en “Querida Yo” de Yami Safdie y Camilo, y en el libro “Querida yo: tenemos que hablar” de Elizabeth Clapés.

Nos vemos en la siguiente edición 

Sofía Ontiveros

@lunadesalem