El fino farsante: El ego
AutoguíaQuizá es con quien menos estamos relacionados de manera profunda. Creemos que el ego es sinónimo de arrogancia o la valoración excesiva que alguien tiene de sí mismo. Estas son solo una manifestación del ego; en realidad, es mucho más complejo y, por lo general, está muy mal entendido.
“El ego son los procesos de pensamiento habituales y compulsivos que pasan por la mente de todos continuamente. Cosas externas como posesiones, recuerdos, fracasos, éxitos y logros. Tu historia personal”. — Eckhart Tolle.
Me gusta llamarle el FF, ‘El Fino Farsante’, porque ‘nos miente y engaña’ para mantenernos siempre “seguros” en el mismo lugar.
Para decirlo fácil: todas las veces que no te atreviste a hacer algo fue por tu ego diciéndote: “Está mejor así, no le muevas”, “Eso te va a doler” o “Te puedes caer”. Todos tenemos ego; de forma simple, el ego es la voz interna que siempre nos habla —y que te está hablando ahora mismo mientras lees esto—. No es una voz fonética; solo existe dentro de nosotros guiando nuestras decisiones. A veces le creemos totalmente, pero no siempre nos dice la verdad absoluta.
El ego no es más que la voz de tu interpretación sobre cualquier persona, cosa o evento.
¿Cuál es el papel del ego? En el sentido más simple, “cuidarnos”. Pero el ego juega también en nuestra contra, y es ahí donde entra la parte de entrenar tu mentalidad. El ego nos previene de cualquier peligro o de lastimarnos, porque limita ponernos en riesgo. Lo hace de dos formas: dice “Esto ya te ha dolido antes, ¡ALTO!” y “Esto no lo conoces, y por lo tanto, puede lastimarte, ¡corre!”.
Hasta aquí parece que el ego nos apoya para ir en camino seguro, pero si miramos el otro lado, el ego pone el freno de mano para no ir por más.
Como hemos dicho, tener ego es vital para nuestro equilibrio mental, pero cuando este nos limita en exceso, puede suponer un problema para nuestra salud psicológica. Podemos observar que el ego distorsiona nuestra realidad a través de las siguientes acciones:
- No salir de tu zona de confort.
- Generar una autoestima falsa.
- Buscar aprobación.
- Provocar reacciones de ira y rabia.
- Evaluar constantemente a la gente.
- Temor a fallar.
El ego nos mantiene en un juego chico y no nos deja soñar en grande porque la única cara que nos muestra es la de que todo podría salir mal, catástrofe total. Entrenar la mente en gran parte es entrenar el ego. Esa voz que nos da argumentos lógicos y válidos de por qué es mejor no arriesgar, no hacer, no hablar, no empezar.
No le hagamos caso cuando dice que no porque, ¿y si sí? El verdadero poder del ego es que nos lleve a trascender, a ir por ‘eso’ aunque nos dé miedo o sea desconocido. Lo valioso de tener ego es cruzar el puente de los temores y miedos, trascender temas de tu propia historia.
Recuerda: Nadie ha conseguido nada grande escuchando a su ego.
Si tienes alguna duda o pregunta, ¡escríbeme! (@coach_elba)
Abrazos,
Elba.