La máscara de la vergüenza
Autoguía, Lifestyle¿Cuántas veces has dejado de hacer algo por pensar en el qué dirán?, ¿te has paralizado por el miedo a ser expuesto?, ¿abrazas tu vulnerabilidad o llevas todo el tiempo la máscara de la vergüenza?…
Las emociones en el ser humano tienen una función concreta para su supervivencia. De acuerdo con un estudio realizado por Brian Lickel y sus colaboradores, de la Universidad de Massachusetts, la vergüenza puede tener un doble filo. Por un lado, sería un gran motivador por su capacidad de incitar el movimiento hacia el cambio de nosotros mismos, pero por otra, es una emoción tan potente que es capaz de paralizarnos fácilmente.
Es un hecho que no podemos evadir de nuestras vidas a la vergüenza, vamos a experimentar a lo largo del tiempo emociones complejas, pero en lugar de cuestionarnos ¿por qué estoy sintiendo esto?, la pregunta más precisa que nos motive a la acción es: ¿para qué estoy sintiendo esto?
La vergüenza es una emoción que pretende ocultar algún defecto o acción nuestra que creemos que, si se viera, podría provocar rechazo. Pero, ¿quién no tiene defectos?, ¿quién se salva de cometer errores? La reconocida académica e investigadora Brené Brown, a través de sus años de estudio, demuestra cuál es el verdadero antídoto: “la vergüenza se supera con la vulnerabilidad”.
Ser vulnerable es saberse humano, y todo lo que eso conlleva, imperfecto pero perfectible. Además, abrazar nuestra vulnerabilidad es desnudar más lo que somos y ocultar menos miedos e inseguridades, eso, es lo que nos hará conectarnos con ese gran poder y núcleo que todos tenemos dentro.
La empatía y vulnerabilidad ayudan a construir, mientras que la vergüenza puede ser destructiva. Quitarnos la máscara de la vergüenza es reconocer que esta emoción tan solo nos durará unos cuantos minutos, pero si no nos atrevemos a hacer algo, la duda sobre el resultado durará toda la vida.
Por ello, si me preguntan ¿qué prefieres: la máscara de la vergüenza o abrazar mi vulnerabilidad? No dudaría en responder: MI VULNERABILIDAD. Prefiero aplicar al trabajo de mis sueños, invitar por un café a la persona que me gusta, levantar la mano y exponer mis ideas en público, crear contenido en redes sociales que sea congruente con lo que soy y vestirme de la manera en que me siento cómoda en mi propia piel. Prefiero intentarlo, aún cuando no conozca el resultado, aún cuando la gente me señale o bien, a pesar de no seguir ninguna tendencia de toda una masa. Prefiero serme fiel, intentarlo una y mil veces y aprender tanto del rechazo, de los errores, así como de mis aciertos y de mis virtudes.
Somos humanos, no pretendamos ser perfectos, no apostemos por quedarnos con dudas en el mañana que puedan invadir nuestra mente, repitiéndonos una y otra vez: ¿qué hubiera sido si lo hubiera intentado?