Explorando el verdadero sentido de la libertad
AutoguíaA veces, la libertad parece un concepto etéreo, algo que se nos enseña a valorar y que supuestamente está a nuestro alcance, pero ¿cuántas veces la ejercemos realmente? ¿Cuántas veces nos damos cuenta de que, en nombre de nuestras relaciones, expectativas o responsabilidades, cedemos inconscientemente esa libertad a otros? Sin notarlo, entregamos fragmentos de nuestra voluntad y autonomía, como si fuera parte de lo que “debemos” hacer, especialmente en una sociedad que aún conserva ideas tradicionales sobre el rol de las mujeres.
Socialmente, estamos condicionadas a cuidar, a sacrificarnos, a decir que sí a lo que otros necesitan, muchas veces por encima de lo que realmente deseamos. Desde pequeñas, se nos enseña a buscar aprobación externa: ser la buena estudiante, la hija obediente, la profesional comprometida, la madre incansable, la esposa comprensiva. Estos roles vienen con expectativas, y es fácil perder de vista nuestra libertad cuando intentamos cumplir con ellas.
En mi experiencia, he notado que, en más de una ocasión, he pospuesto mis sueños y deseos para adaptarme a las necesidades y expectativas de quienes me rodean. Esto no siempre es malo y, muchas veces, surge del amor y la empatía que sentimos. Pero el problema surge cuando olvidamos preguntarnos: ¿qué es lo que realmente quiero? ¿Hasta dónde estoy dispuesta a moldear mis acciones y pensamientos para satisfacer a los demás?
Es en estos momentos cuando nuestra libertad parece deslizarse de nuestras manos, desdibujándose sin que lo notemos. Sin embargo, aunque es un proceso complejo, es reversible. Podemos reconectar con nuestra libertad y nuestra voluntad de manera consciente, recordándonos que tenemos el derecho de elegir y vivir desde nuestra propia verdad.
El primer paso para recuperar esta libertad es la autoobservación: preguntarnos de manera honesta por qué hacemos lo que hacemos, a quién estamos intentando complacer, y si esas decisiones son realmente nuestras o están influenciadas por expectativas ajenas. A veces, es incómodo reconocer que, aunque creemos actuar por nuestra voluntad, en realidad estamos dejando que otros definan nuestro camino.
Luego, al identificar las áreas donde sentimos que nuestra libertad se ha debilitado, es clave ejercer la voluntad de decir “sí” o “no” con autenticidad. La libertad se construye con pequeños ajustes que reflejan nuestras decisiones y deseos. Tal vez he aceptado proyectos que no me entusiasman solo por compromiso, o he asistido a eventos sociales que no disfruto. Estos son espacios donde puedo practicar mi libertad, eligiendo desde una perspectiva honesta.
Si te preguntas qué has dejado de hacer para ti misma y deseas explorar tu propio camino, puedo acompañarte en este proceso. A través de técnicas de programación neurolingüística, reencuadraremos creencias limitantes y accederemos al autoconocimiento necesario para vivir con libertad y propósito.
Al final, la libertad no es solo una idea romántica; es una esencia de vida que debemos elegir para transitar de forma plena en este mundo.