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¿Por qué las mejores cosas de la vida son todas al revés?

Autoguía
Lectura: 4 minutos
Rosella Magazine

Vamos a empezar con una verdad incómoda y sin anestesia: cuando te esfuerzas demasiado por conseguir lo que quieres en la vida, como el amor, el respeto, la felicidad, a menudo tiene un efecto contrario: terminas sola, desgastada y miserable. 

Te explico… Hay un entrenamiento de los Navy SEAL llamada “La prueba de ahogamiento”, en la que te atan las manos a la espalda, te atan los pies y te arrojan a una alberca de 3 metros de profundidad. Tu trabajo es sobrevivir cinco minutos.

La gran mayoría de los cadetes que intentan la prueba de ahogamientos, fracasan. Al ser arrojados al agua, muchos de ellos entran en pánico y gritan para que los saquen. Algunos luchan hasta que se quedan bajo el agua, donde pierden el conocimiento y tienen que ser rescatados y resucitados. Algunas personas lo logran, y lo hacen porque entienden dos lecciones contrarias a la intuición.

La primera lección de la prueba de ahogamiento es paradójica: cuanto más luches por mantener la cabeza fuera del agua, más probabilidades tendrás de hundirte.

Con los brazos y las piernas atados, es imposible mantenerse en la superficie durante cinco minutos completos. El truco para protegerse contra el ahogamiento es sumergirse hasta el fondo. A partir de ahí, levantarse ligeramente del suelo y dejar que el impulso te lleve de vuelta a la superficie. Una vez allí, puedes tomar aire y comenzar todo el proceso nuevamente. 

La segunda lección es un poco más obvia: cuanto más entres en pánico, más oxígeno usarás y es más probable que caigas inconsciente y te ahogues. De una manera enfermiza y retorcida, el ejercicio vuelve tu instinto de supervivencia en tu contra cuanto más intenso sea tu deseo de respirar, menos podrás respirar. Cuanto más intensa sea su voluntad de vivir, mayor será la probabilidad de que mueras.

Más que una prueba de voluntad física, el ahogamiento es una prueba del autocontrol emocional en situaciones de peligro extremo. Estas habilidades son mucho más importantes que la habilidad de nadar. Son más importantes que su resistencia, su inteligencia, su fuerza o su ambición. Esta habilidad, la capacidad de soltar el control cuando más lo deseas, es una de las habilidades más importantes que cualquiera puede desarrollar. 

La mayoría de la gente asume que la relación entre esfuerzo y recompensa es uno a uno. Creemos que trabajar el doble de tiempo producirá el doble de resultados. Que preocuparse por una relación el doble hará que todos se sientan el doble de amados. Que gritar tu punto dos veces más fuerte te dará el doble de razón. El supuesto aquí es que la mayor parte de la vida existe una relación lineal.

Pero ahí les va, las relaciones lineales solo existen para tareas repetitivas, rutinarias y sin sentido: conducir un automóvil, limpiar tu casa, llenar papeles, etc. En todos estos casos, hacer algo durante dos horas duplicará el rendimiento de hacerlo. Pero eso es simplemente porque no requieren pensamiento ni ingenio.

La mayoría de las actividades de la vida no operan a lo largo de la curva lineal de esfuerzo / recompensa, porque no son básicas ni sin sentido. Estas son complejas, agotadoras mental y/o emocionalmente y requieren adaptación.

Por lo tanto, la mayoría de las actividades producen una curva de rendimiento decreciente. Los rendimientos decrecientes significan que cuanto más experimentas algo, menos gratificante se vuelve. El ejemplo clásico es el dinero. La diferencia entre ganar $20,000 y $50,000 es enorme y cambia la vida. La diferencia entre ganar $120,000 y $140,000 significa que su automóvil tiene calentadores de asiento un poco más agradables. La diferencia entre ganar $127,020,000 y $127,040,000 es básicamente un error de redondeo en su declaración de impuestos (en este nivel, ya no ves la diferencia como drástica).

Las amistades operan en una curva de rendimientos decrecientes. Tener un amigo es vital. Tener dos es claramente mejor que uno. Pero tener 10 en lugar de 9 al igual que comer, dormir, beber alcohol, hacer ejercicio en el gimnasio, leer libros, tomar vacaciones, contratar empleados, consumir cafeína, programar reuniones de negocios, estudiar para un examen, todos devuelven menos cuanto más los haces, más intentes o más tengas. Todos operan en una curva de rendimientos decrecientes.

Pero hay otra curva, una que probablemente nunca hayas escuchado antes, es la curva invertida: es la extraña curva de la “zona desconocida”, donde el esfuerzo y la recompensa tienen una correlación negativa, es decir, cuanto más esfuerzo pones en hacer algo, más fallarás en hacerlo.

La prueba de ahogamiento existe en una curva invertida. Cuanto más esfuerzo pongas en salir a la superficie, más probabilidades tendrás de fracasar. 

Pero sé que estás pensando: “¿Y eso qué, Elba? Yo no me voy a atar los brazos y piernas y tratar de sobrevivir. ¿A quién le importan las curvas invertidas?

Es cierto, pocas cosas en la vida funcionan en una curva invertida. Pero esas pocas cosas son extremadamente importantes. De hecho, las experiencias y metas más importantes de la vida existen en una curva invertida y no te has dado cuenta.

La búsqueda de la felicidad te aleja más de ella. Los intentos de un mayor control emocional solo nos alejan de él. El deseo de una mayor libertad es justo lo que nos hace sentir atrapados. La necesidad de ser amados y aceptados nos impide amarnos y aceptarnos a nosotros mismos.

Los componentes más fundamentales de nuestra psicología y mentalidad son contradictorios. Esto se debe a que cuando intentamos conscientemente crear un estado mental, el deseo de ese estado mental crea un estado mental diferente y, a menudo, opuesto al que estamos tratando de crear.

Y se extiende a la mayoría, sino es que a todos los aspectos de nuestra salud mental y nuestras relaciones, por ejemplo:

Control: cuanto más nos esforzamos por controlar nuestros propios sentimientos e impulsos, más impotentes nos sentiremos. Es el deseo de controlarla lo que la empeora. Por el contrario, cuanto más aceptamos nuestros sentimientos e impulsos, somos más capaces de dirigirlos y procesarlos.

Libertad: el deseo constante de más libertad nos limita irónicamente de varias maneras. Es solo al limitarnos, al elegir y comprometernos con ciertas cosas en la vida, que realmente ejercemos nuestra libertad.

Felicidad: tratar de ser felices nos hace menos felices. Aceptar la infelicidad nos hace felices.

Seguridad: tratar de hacernos sentir lo más seguros posible genera más inseguridad. Estar cómodos con la incertidumbre es lo que nos permite sentirnos seguros.

Amor: cuanto más tratemos de hacer que los demás nos amen y acepten, menos lo harán y, lo que es más importante, menos nos amaremos y aceptaremos a nosotros mismos.

Respeto: cuanto más exigimos respeto a los demás, menos nos respetarán. Cuanto más respetemos a los demás, más nos respetarán.

Confianza: cuanto más tratemos de sentirnos seguros, más inseguridad y ansiedad crearemos. Cuanto más aceptemos nuestras fallas, más cómodos nos sentiremos.

Cambio: cuanto más deseamos desesperadamente cambiarnos, más sentiremos que no somos suficientes. Y cuanto más nos aceptemos a nosotros mismos, más creceremos y evolucionaremos porque estaremos demasiado ocupados haciendo cosas para darnos cuenta.

Significado: cuanto más persigamos un significado o propósito más profundo para nuestras vidas, más obsesionados y superficiales nos volveremos. Cuanto más tratemos de agregar significado a la vida de los demás, más profundo impacto sentiremos.

Estas experiencias psicológicas internas existen en una curva invertida porque son tanto la causa como el efecto de lo mismo: nuestras mentes. 

¿Y cómo hacemos esto? Soltando. Rindiéndote. No por debilidad, sino por respeto a que el mundo está más allá de nuestro alcance. Renunciando al control, no porque te sientas impotente, sino porque es poderoso. Porque decides dejar ir las cosas que están fuera de tu control. Decides aceptar que a veces no agradarás a la gente, que fracasarás, que normalmente no tienes ni idea de lo que estás haciendo.

Te apoyas en el miedo y la incertidumbre, y justo cuando crees que te vas a ahogar, justo cuando llegas al fondo, tú misma te impulsas para volver a tomar aire otra vez.

Interesante, ¿verdad? Cuéntame qué te parece, o si tienes alguna duda o pregunta, escríbeme, me encantará saber de ti… Abrazos, Elba.

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Por: Elba Díaz